“No se defiende lo que no se ama, y no se ama lo que no se conoce”

“No se defiende lo que no se ama, y no se ama lo que no se conoce”

A 56 años de la fundación de la Base Marambio, el veterano de Malvinas y expedicionario antártico Juan Carlos Luján repasó la historia de una hazaña argentina que cambió la historia del continente blanco.


En el continente antártico, donde el viento y el hielo parecen dominarlo todo, un grupo de hombres convirtió un sueño en realidad. El 29 de octubre de 1969, un avión aterrizó por primera vez en la Antártida con ruedas, marcando un antes y un después en la presencia argentina en el territorio más austral del planeta.

Ese día nació la Base Marambio, y uno de los protagonistas de esa epopeya fue Juan Carlos Luján, suboficial mayor retirado de la Fuerza Aérea, veterano de Malvinas y presidente de la Fundación Marambio. Desde Buenos Aires, recordó en diálogo con LU14 Radio Provincia de Santa Cruz cómo se construyó, piedra por piedra, la pista que permitió unir el continente americano con el Antártico en cuestión de horas.



“En los años 60 tardábamos quince días en llegar desde Buenos Aires con el rompehielos General San Martín. Hoy, gracias a la pista de Marambio, un Hércules puede hacerlo en seis horas y cuarenta y cinco minutos”, contó.

Luján fue parte de la patrulla que, bajo condiciones extremas, levantó el primer tramo de la pista sobre una meseta de la isla Marambio, trabajando entre vientos helados y temperaturas bajo cero. “Vivíamos en carpas para dos personas, dormíamos dentro de doble bolsa de dormir y a la mañana nos despertábamos con los bigotes cubiertos de nieve”, recordó.

Aquella pista, de 900 metros de largo, permitió el histórico aterrizaje del Fokker F-27 proveniente de Río Gallegos. Meses después, el Hércules C-130 ampliaría las posibilidades logísticas y científicas de la Argentina en el continente blanco. “El Hércules cambió la era antártica”, dijo Luján. “Gracias a eso, hoy podemos operar todo el año y realizar vuelos en sentido transpolar”.

Una fundación que mantiene viva la memoria antártica

Con los años, la Base Marambio se convirtió en un símbolo de soberanía, ciencia y cooperación. Y desde la Fundación que lleva su nombre, Luján sigue impulsando la difusión del conocimiento antártico en todo el país.

“Tenemos más de un millón y medio de personas que reciben nuestros boletines mensuales. En las escuelas, invitamos a pintar el mapa bicontinental, para que se entienda que la Argentina llega hasta el Polo Sur”, explicó.

La Fundación también gestiona un sitio web considerado una verdadera enciclopedia antártica, con materiales educativos, videos, documentos históricos y las efemérides del continente blanco. “Nosotros damos información veraz, de fuentes oficiales. Queremos que la gente conozca la Antártida para amarla y defenderla”, remarcó.

Para Luján, la Antártida no es un lugar remoto, sino parte esencial de nuestra identidad nacional. “Desde 1904 flamea nuestra bandera todos los días allí”, recordó. Y aclaró: “Las bases no son militares, los militares van sin armas, su misión es brindar apoyo logístico a las actividades científicas. La Antártida se basa en tres pilares: la paz, la ciencia y la preservación del medio ambiente”.

“Siento la misma alegría que aquel día. Nos decían locos por querer hacer una pista de tierra en un manto de hielo, pero lo logramos. Con unión y ganas de trabajar, se pueden alcanzar sueños que parecen imposibles”.

“No se defiende lo que no se ama, y no se ama lo que no se conoce. Por eso hay que conocer la Antártida: porque es un pedazo más de nuestra patria”.

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