En diálogo con Radio Provincia, la jefa del Servicio de Medicina Nuclear destacó el trabajo del equipo interdisciplinario y adelantó la puesta en marcha del ciclotrón, que permitirá producir radioisótopos en la provincia y evitar la dependencia de envíos aéreos.
En la tarde del lunes 8 de septiembre, un operativo coordinado entre la Dirección Provincial de Aeronáutica y el Ministerio Secretaría General de la Gobernación permitió trasladar a Santa Cruz un radiofármaco indispensable para la realización de estudios PET/CT en el Centro de Medicina Nuclear y Radioterapia Patagonia Austral (CEMNPA).
Se trató del 18F-FDG, un insumo que se produce en Buenos Aires y que tiene una vida media de apenas 110 minutos. Desde que sale del laboratorio comienza una cuenta regresiva. Si no llega a destino a tiempo, pierde efectividad y los estudios no pueden realizarse. Con el aeropuerto de Río Gallegos cerrado por obras hasta diciembre, el avión provincial debió aterrizar en Puerto Santa Cruz, desde donde personal del CEMNPA completó el traslado terrestre hasta la capital. Gracias a esa coordinación, los pacientes pudieron acceder a sus estudios ese mismo día.
Sobre lo que implica este desafío cotidiano, la doctora Nora Isabel Díaz, jefa del Servicio de Medicina Nuclear del CEMNPA, explicó que “nosotros tenemos el inconveniente de que el flúor 18, que es el radioisótopo que necesitamos para estos estudios, lo recibimos vía aérea desde Buenos Aires. No hay otra manera. El problema es que tiene una vida muy corta, de apenas 110 minutos. Eso significa que en menos de dos horas ya perdemos la mitad de la cantidad solicitada”.
Ese límite convierte cada traslado en una carrera contrarreloj. Una vez ligado a un fármaco, el flúor 18 permite localizar los tejidos malignos dentro del organismo. “De ahí la importancia de poder garantizar la continuidad de estos estudios, porque son los que marcan la diferencia en el abordaje de los pacientes con patologías muy complicadas”, agregó.
El impacto en la atención
El CEMNPA es la única institución de este tipo en la Patagonia Austral y su funcionamiento resulta vital no solo para el diagnóstico oncológico, sino también para otras enfermedades complejas. “En el CEMNPA, que me toca dirigir y ser responsable, trabajamos con dos aparatos fundamentales; el PET —tomografía por emisión de positrones— y la cámara gamma. Con ellos realizamos estudios que nos permiten detectar la localización del cáncer en el cuerpo de una persona y también evaluar si un tratamiento está resultando efectivo”, detalló Díaz.
La médica subrayó que no se trata solo de equipamiento, sino de un equipo humano que atiende de manera integral. Oncólogos, paliativistas, psicooncólogos, especialistas en diagnóstico por imágenes, radioterapeutas y profesionales en braquiterapia, forman parte de un entramado que acompaña cada caso.
“Nosotros podemos ir indicándole a los oncólogos o radioterapeutas si realmente el tratamiento está haciendo efecto o si hay que cambiar de estrategia. Eso evita que el paciente pierda tiempo valioso”, remarcó. Al mismo tiempo, el centro brinda contención emocional a pacientes y familias, un sostén fundamental en terapias de largo plazo.
En el CEMNPA, también se atienden patologías cardiológicas, tiroideas y renales. “Hacemos diagnóstico por imagen de distintas enfermedades que no necesariamente son oncológicas, pero que también requieren de tecnología y precisión”, aclaró.
Mirada a futuro
En paralelo a la urgencia, el centro avanza con un proyecto que promete transformar su capacidad de respuesta, como lo es la instalación de un ciclotrón. “Ya está bastante avanzado y nos permitirá producir nuestros propios radioisótopos, como el flúor 18. Eso nos evitaría depender de los envíos aéreos y nos daría independencia para trabajar con mayor seguridad”, adelantó.
Finalmente, Díaz resaltó la importancia de dar a conocer lo que ocurre puertas adentro del CEMNPA. “Necesitamos que la gente esté enterada de todo lo que hacemos aquí y de lo que podemos ofrecerles para mantener la salud de la población
