La bióloga Gisela Novak, integrante del CONICET, dialogó con LU14 Radio Provincia de Santa Cruz sobre una investigación que identificó alteraciones moleculares vinculadas al desarrollo del Alzheimer. Con apenas 35 años, forma parte de un equipo que abre caminos hacia diagnósticos más tempranos y posibles tratamientos en el futuro.
Desde el laboratorio de envejecimiento cerebral y neurodegeneración del Instituto Leloir, Novak dedicó seis años de trabajo a estudiar la relación entre las mitocondrias —las “baterías” de las células— y la enfermedad. En la entrevista con el programa “Conectados”, que se emite por Radio Provincia, explicó con ejemplos sencillos un hallazgo complejo. “Descubrimos que la mitocondria tiene menos piezas de las que debería. Aun así intenta funcionar, pero con poca energía y mucho estrés oxidativo, lo que termina dañando a las neuronas”.
La investigadora recurre a metáforas cotidianas para acercar la ciencia a la audiencia. “Es como si llegaras a tu casa después de meses y la encontraras inundada. Sabés que hubo una pérdida, pero no podés ver a simple vista dónde empezó. Con el Alzheimer pasa algo parecido: cuando aparece el diagnóstico, el daño ya empezó diez años antes”.
Novak explicó que existen dos tipos de Alzheimer; el familiar, que representa apenas el 5% de los casos y suele ser más agresivo, y el esporádico, que afecta al 95% de las personas diagnosticadas. Este último, sobre el que ahora centra su posdoctorado, se asocia a mecanismos genéticos que pueden aumentar o reducir el riesgo, como el gen APOE.
Si bien no existe cura, la ciencia avanza en la búsqueda de biomarcadores que permitan diagnósticos más precoces y en la investigación de biofármacos capaces de intervenir en estos procesos. “La idea es que en un futuro un análisis de sangre, tan simple como el que mide el colesterol, pueda anticipar la enfermedad”, señaló.
Además de los desafíos científicos, Novak se refirió a que “el Alzheimer no afecta solo al paciente. También golpea a la familia y a los cuidadores, que necesitan acompañamiento terapéutico. Es una enfermedad muy triste porque no solo borra recuerdos, también modifica la esencia de la persona”.
En un contexto adverso para la ciencia argentina, es valioso el intercambio con quienes están día a día con mucha pasión sosteniendo estos importantisimos espacios. Para finalizar, la bióloga agradeció “por el tiempo y por la visibilización de todo el trabajo que hacemos constantemente, año tras año. No solo yo, toda la comunidad científica, médicos y demás, de forma interdisciplinaria y colaborativa, porque es así como se puede sacar adelante todo”, expresó en diálogo con LU14 Radio Provincia.

