La Muestra Científica, Cultural y Educativa del Cóndor Andino volvió a 28 de Noviembre con un significado especial. No fue solo la llegada de una exposición que recorre el país, sino un punto de encuentro entre instituciones, ciencia y comunidad en un año que marcó un antes y un después para la conservación de la especie en Santa Cruz.
Desde la localidad, nuestra corresponsal Janina Ramos reunió tres miradas que ayudan a dimensionar el momento; la de Silvia Peralta, referente de la Fundación Bioandina; la de Marisol Espino, directora provincial de Áreas Protegidas; y la del presidente del Consejo Agrario Provincial, Hugo Garay. Todas convergen en una misma idea, y es que el cóndor está más presente que nunca en la vida cotidiana de la cuenca carbonífera.
La jornada se abrió con la firma de un acuerdo entre Bioandina y el Consejo Agrario Provincial. Para Peralta, el paso es “fundamental para declarar a las áreas naturales protegidas santuarios del cóndor para la conservación de la naturaleza”, una figura que en el país ya abarca más de 75.000 kilómetros cuadrados dedicados al estudio y resguardo del ave voladora terrestre más grande del mundo.
Garay destacó que este trabajo sigue una línea que la provincia viene impulsando desde hace años, y que se articula con un sueño compartido: que 28 de Noviembre sea declarada Capital Nacional del Cóndor Andino. “Venimos trabajando hace mucho en esto. Es un sueño de toda la comunidad, y estamos convencidos de que va a darse”, afirmó.


Ciencia, territorio y comunidad
La muestra volvió con imágenes, fotografías, paneles educativos y un objetivo claro: acercar el conocimiento a vecinos y vecinas de todas las edades. Peralta lo resume que “es una linda salida para disfrutar en familia”. También recordó el impacto del reciente rescate de Walaq, el joven cóndor liberado en la zona tras un proceso de rehabilitación, uno de los pilares del programa de Bioandina.
Pero hay otra dimensión que la exposición permite recuperar, como lo es la historia natural del cóndor. “Hemos devuelto ya 71 cóndores a volar sobre el mar, un comportamiento que la especie había perdido hace más de un siglo”, contó Peralta, emocionada por el alcance del programa de incubación artificial y cría en aislamiento humano.
Para Marisol Espino, el regreso de la muestra es parte de un trabajo más amplio y sostenido. “Ha sido un 2025 muy exitoso en todo lo que conecta a la comunidad con el cóndor. No solo está siempre en nuestros cielos: tiene que estar en nuestras mentes y en nuestros corazones”, dijo.
La directora recordó que el cóndor andino es Monumento Natural Provincial y Nacional, declarado por ley como especie emblemática. Y subrayó un dato que suele pasar desapercibido, y es que “la cuenca carbonífera tiene la mayor cantidad de cóndores del país, y me atrevo a decir, del mundo”, explicó.

Espino destacó el rol de Huellas Patagónicas, clave para acercar a la comunidad a la especie, y el trabajo técnico de Bioandina, indispensable para rescates, rehabilitación y acciones de manejo. “Siempre falta esta parte de unir a la comunidad. Por eso era tan importante traer esta muestra para que todos puedan conocer la especie, saber cómo vive, cuánto mide, qué necesita para sobrevivir”.
En la exposición, una foto a tamaño real de un cóndor invita a dimensionar la magnitud del animal. “La idea es que la gente se acerque, se saque una foto y pueda ponerse en proporción con lo que es un cóndor en su máximo esplendor”, dijo.
El vínculo entre instituciones se volvió más fuerte tras el primer Congreso del Cóndor Andino, realizado este año, y Espino adelantó que uno de los objetivos es avanzar con la idea de crear una sala de primeros auxilios para cóndores en la cuenca, evitando traslados complejos y costosos a Buenos Aires.
“Todo tiene que hacerse en un marco de ciencia, de normativa y de cooperación interinstitucional”, explicó. Y agregó que cada acción (la liberación de Walaq, el congreso, la muestra familiar) construye un camino que acerca cada vez más la posibilidad de que 28 de Noviembre obtenga el reconocimiento nacional que tanto anhela.

